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Meditando la Palabra de hoy, (Samuel 15,13 - 14, 30 y 16,5 - 13 a Evangelio según San Marcos 5, 1- 20) no puedo menos que pedir al Señor Templanza.
Cuando nos toca vivir una injusticia, humillaciones y hasta insultos, sean dentro de la familia, en el trabajo o públicamente, debemos pedir Fortaleza y Templanza.
Nuestra salida es saber que somos Fuertes en Dios, y a El entregar todo nuestro dolor e indignación, pidiéndole perdón por todas las veces que nosotros hemos sido injustos con otros, o los hemos insultado o humillado.
Cuando entregamos a Dios nuestra profunda pena causada por la injusticia, como brisa divina que todo lo alivia viene en nuestro auxilio la Templanza, la mejor consejera al tiempo de tomar decisiones.
Por eso, es bueno en tiempos de tormenta interior, comenzar por la oración, que nos sana y nos da los remedios para enfrentar la tempestad y superarla con la Fuerza y la Justicia de Dios.
El Rey David nos nos enseña a ser dóciles a los designios de Dios, enfrentando las maldiciones con paciencia y espíritu de fe.
El mensaje de Jesús nos enseña varias cosas. Que existen los demonios, que poseen a las personas, que solo en su Nombre es posible expulsarlos, que pueden poseer animales, y que en ese caso debemos ayudar al hermano poseso, con nuestra oración.
También nos enseña que tomar la decisión de ayudar al hermano, muchas veces significa perder monedas, renunciar a posesiones o rentas. Cuando la urgencia y la necesidad de un hermano, toca a nuestra puerta, debemos ayudar y eso significa anteponer su situación a nuestra rentabilidad en los negocios.
Amadísimo Padre, asiste con tu infinita Misericordia y Sabiduría a todos los que pasamos por duras pruebas, infunde en nosotros la confianza en tu Amor y en tu Providencia.