El sagrado refugio de la familia


Este largo silencio de un mes, se debió a mis vacaciones en familia.

Comencé mi descanso el 22 de diciembre, viajando con mi niña a un pueblito del norte de Santa Fe de la Vera Cruz, llamado Monigotes, para celebrar las fiestas de Navidad y Año Nuevo en familia.

En mi pueblo natal, junto a mis padres, a mis hermanos y mis sobrinos, a mi tía Lidia y a mi abuela Hilda, disfrutamos los días y las fiestas de un modo muy especial.

En ese tiempo en familia, que en nuestro caso vivimos con mi Carito para las vacaciones, es un tiempo de descanso y mucha felicidad.

Es el tiempo de ponernos al día con todas las historias, experiencias y aventuras vividas durante el año, que a pesar de ser ya sabidas por las innumerables llamadas telefónicas, comentadas personalmente son invaluables.

Estar en mi casa natal con todos los amores siempre me renueva de un modo mágico. Siento en el seno de la familia la chispa vital de Dios que nos anima a todos y nos fortalece en el amor mutuo y en la alegría.

Ver la luz de los ojos de mi papá me sigue conmoviendo. Su felicidad al tener a toda la familia en torno de su mesa es tan contagiosa que todos nos maravillamos.

Ese tiempo es realmente sagrado, porque es el reencuentro de los amores que se enlazan entre mimos y comentarios agradecidos e historias vividas.

Mamá se reparte entre todos los hijos y los nietos, atendiendo su negocio al mismo tiempo. Mima a los nietos, organiza con papá el asado, toma el mate que a cada rato le cebamos, y nos cuenta de pedacitos las hazañas del año.

Este año saque mas de 1000 fotografías con la cámara digital que me regalé para tenerlos a todos en imágenes que les iré compartiendo para que conozcan a mi gran familia.

Espero que a ustedes le pase lo mismo, que sientan en la familia el refugio sagrado, donde la chispa de amor es tan grande que sentimos la presencia de Dios entre nosotros, de un modo único.

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