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Hoy leí en el diario local una nota que decía: "La comunidad autónoma de Madrid anunció recientemente un proyecto de "Ley de Autoridad del Profesor", por el cual se da al profesor el carácter de funcionario público y con ello toda conducta que lo afecte sería considerada "atentado contra la autoridad" y habilitaría las penas de prisión.
El proyecto está generando polémica entre los diferentes actores del sistema educativo y nació de la realidad cotidiana de los conflictos de convivencia en los centros educativos, situación que no difiere en lo sustancial de nuestro medio local."
Tomado de DIARIO DE CUYO, 16/11/2009.
Y luego de haber leído el artículo completo, no pude menos que ponerme a pensar sobre la esencia de la Autoridad.
Que es lo que nos da Autoridad sobre otras personas?
En que se sustenta la legítima Autoridad?
Y lo pensaba, respecto de nuestros roles de padres, maestros, profesionales, pastores, ect...
Trato de meditar sobre la autoridad de los particulares en el ambito social, y no la Autoridad del estado, simentada en el Derecho o la Fuerza Armada.
Pensando en la Autoridad de unos hermanos sobre otros, independientemente del Estado, creo que es importante comenzar por aclarar que:
En primer lugar, el concepto de Autoridad debe entenderse en oposición al de poder.
El poder es un hecho real, una voluntad que se impone a otra por el ejercicio de la fuerza.
En cambio, la autoridad está unida a la legitimidad, dignidad, calidad, excelencia de una institución o de una persona.
En segundo lugar, la autoridad la tiene alguien que, debido a su capacidad, por sus conocimientos o dignidad, puede ejercer sobre otros una influencia a la hora de que tomen ciertas decisiones.
A pesar de leer varios artículos y libros sobre el tema, nada me convencía, porque mi espíritu se resistía a las argumentaciones racionales tan conocidas, y que nada nuevo me brindaban.
Fue entonces cuando encontré una reflexión cristiana.
El sentido que Cristo le da a la autoridad, queda bien claro en los siguientes versículos del Evangelio:
"Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No será así entre vosotros, sino que el que quiera ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos"(Mt. 20, 25-27)
Cristo define su autoridad en términos de servicio y no de mando.
La Autoridad la ganamos por nuestra entrega amorosa y desinteresada a los demás.
Solo nuestra acción servicial y humilde, gana el corazón de los hermanos que dependen de nosotros, por diferentes circunstancias. Sean nuestros hijos, nuestros alumnos, nuestros empleados, nuestros pupilos o cuanquier tipo de hermanos subordinados a nuestras tareas.
La Autoridad no es una cualidad que nazca por sí en nosotros, nace en los hermanos a los que servimos, quienes nos la otorgan por el respeto con el que los tratamos y por la seguridad que les damos, al ocuparnos de ellos.
En fin, para tener autoridad frente a un hermano debemos ganarnos su corazón, con acciones nobles fundadas en la justicia y el bien de todos. Debemos tratar a los demás con respeto y demostrales que realmente nos importan.
Es nuestro deber brindarles (no imponerles) nuestros conocimientos y experiencias para que sigan su camino, un poco mas livianos de pesares y preocupaciones.