La humildad es una ley del Reino de los Cielos, una virtud que Cristo predica a lo largo de todo el Evangelio.
En el Evangelio de San Lucas 14,1. 7-11 , Cristo nos invita a dejar de pensar en nosotros mismos para poder pensar en los demás.
¿Por qué? Los que se ensalzan a sí mismos sólo piensan en sus propios intereses y en que la gente se fije en ellos y hablen de ellos. Eso se llama egoísmo, un fruto del pecado capital de la soberbia. Y un alma soberbia nunca entrará en el Reino de Dios, porque el soberbio no puede unirse a Dios.
¿Cuál es la motivación que da Jesús para la vivencia de la humildad?
El amor a los demás, al prójimo. La razón es que yo, al dejar de ocupar los primeros puestos, o ceder el querer ser el más importante, estoy dejando el lugar de importancia a mi hermano o hermana.
Se trata de un acto de caridad oculta, que sólo Dios ve y, ciertamente, será recompensado con creces. Esta es la actitud que Cristo nos invita a vivir hoy. A dejar a mis hermanos los mejores puestos por amor a ellos y a Dios. Cristo mismo nos dio el ejemplo, cuando lavó los pies a los discípulos, siendo que los discípulos eran los que debían lavar los pies a Cristo.
Podemos vivir hoy la virtud de la humildad, dejando de pensar en nosotros mismos y dando nuestra preferencia al prójimo.
Esta reflexion, que viene de Catholic.net, es savia para nuestras almas, porque nos eleva a Dios.
A Dios le pido la gracia necesaria para hacer de la humildad mi primera virtud, por que solo así podré conquistar a las demás virtudes cristianas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario