La gran Fiesta con Todos los Santos

Hoy celebramos una gran fiesta espiritual.

Pues, ponemos nuestro corazón y nuestra conciencia en la comunión que vivimos los hermanos que ya partieron a la Patria Celestial, y estan en presencia de nuestro Dios.

A pesar del gran velo que nos separa con el Mundo Celestial, nuestra comunión con Dios y nuestros santos hermanos es real, atemporal y eterna.

Nuestros queridos Santos participan activamente en nuestra vida comunitaria, por el testimonio que dieron de Jesús en sus vidas, por la transmisión de sus escritos inspirados en el Espíritu Santo y por su oración permanente por nosotros.

Contemplan a Dios, lo alaban y no dejan de cuidarnos, de ayudarnos de infinitas de maneras.

Al estar íntimamente unidos con Cristo, interceden todo el tiempo por nosotros ante el Padre. Es bueno pedirles que intercedan por nosotros y nos acerquen las gracias del Espíritu Santo.

Esto ayuda mucho a nuestra debilidad humana. Su intercesión es su más alto servicio al plan de Dios. Podemos y debemos rogarles que intercedan por nosotros y por el mundo entero.

La Iglesia ha querido que un día del año lo dediquemos especialmente a rezar a los santos para pedir su intercesión. También como "Mater et Magistra" (Madre y Maestra), nos recuerda que

Dios nos lama a todos a la santidad.

Ser Santo no es tener una aureola en la cabeza y hacer milagros, sino simplemente hacer las cosas ordinarias extraordinariamente bien, con amor y por amor a Dios.

Dios no nos pide lo imposible, y aunque nos parezca inalcanzable, El nos da los medios para alcanzar la santidad, todos los días.

No es otra cosa que vivir el Amor en las Obras, respetando la Creación y a todos los hermanos, cumpliendo nuestros deberes de Estado con alegria.

Sobrellevando con la oración las cargas y los obstáculos diarios, recordando que lo que pidamos al Señor con fe, El nos da.

Si estamos cansados, pedirle fortaleza para continuar...

Si estamos tristes pedirle el consuelo para reanimarnos...

Si estamos agobiados por los pesares, solo basta pedirle la liberación y luz, para sentir la llama interior del amor que todo lo sana y lo ilumina.

No seamos flojos, animémonos a ser felices de verdad, capaces de entregarnos al Amor, haciéndonos servidores de los hermanos en nombre de nuestro Dios.

No es dificil, solo basta tomar la desición, el resto lo hace Dios, donándonos gracias todos los días.

Dios nos bendiga con las gracias que estamos necesitando para ansiar la santidad, y poder gozar eternamente la felicidad a su lado.


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