ROMA: "Rabia, traición y vergüenza." Estas palabras, inusualmente fuertes, utilizó ayer el Papa para condenar con dureza el horror que sacudió a la Iglesia Católica de Irlanda, donde hace dos semanas un nuevo informe causó gran conmoción al sacar a la luz centenares de casos de abusos sexuales por parte de sacerdotes católicos a niños.
Benedicto XVI habló de "crímenes odiosos" y prometió que todos los responsables pagarán. Además, en un gesto más que infrecuente que habla a las claras de una situación dramática, anunció que escribirá una carta a los católicos irlandeses, un acto también inusual. Lo hizo después de reunirse a puertas cerradas durante una hora y media con miembros de la Curia, de la Secretaría de Estado y los dos líderes principales de la Iglesia irlandesa, que viajaron al Vaticano para hablar sobre estos "traumáticos eventos", tal como definió un posterior comunicado de la Santa Sede.
El Papa maifestó haberse sentido "profundamente perturbado y angustiado" por el contenido del denominado "Murphy Report". Se trata de un informe de 720 páginas realizado por la jueza Yvonne Murphy sobre el abuso sexual de 320 niños de parte de 46 curas en la arquidiócesis de Dublín entre 1975 y 2004. El informe acusó a la Iglesia local de haber encubierto estos casos para proteger su reputación, sin pensar en el bienestar de los niños. Los sacerdotes pedófilos, de hecho, eran transferidos de una parroquia a otra, por lo que quedaban libres de repetir sus actos con nuevas víctimas.
El informe Murphy fue publicado después del "Ryan Report" (por el juez Sean Ryan), que en mayo pasado reveló que en colegios e institutos católicos de Irlanda, entre 1930 y 1980, al menos 2500 niños sufrieron actos de violencia "endémicos", con todo tipo de abusos, incluso sexuales.
Benedicto XVI, que siguiendo a Juan Pablo II puso en marcha una política de "tolerancia cero" contra los sacerdotes involucrados en este tipo de escándalos, condenó con fuerza "las acciones de algunos miembros del clero que han traicionado sus solemnes promesas a Dios, así como la confianza puesta en ellos por las víctimas y su familia, y por la sociedad". Aseguró, además, que la Iglesia seguirá esta "grave" cuestión con máxima atención para entender mejor "cómo estos eventos vergonzosos pudieron suceder y cómo poner en marcha las mejores estrategias para prevenir cualquier reincidencia".
Cuando viajó a Estados Unidos y a Australia, Benedicto XVI habló en términos similares para referirse a los escándalos que involucraron a sacerdotes católicos, y se reunió con víctimas.
Sin embargo, el dolor de cabeza irlandés aún no ha terminado. Según fuentes informadas, próximamente saldrá a la luz un nuevo informe sobre abusos de niños por parte de sacerdotes en la diócesis de Cloyne, en el sur del país, que hasta hace poco estuvo a cargo del obispo John Magee, uno de los secretarios privados de tres papas: Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II. El Vaticano intervino la diócesis de Cloyne en marzo último.
En uno de los peores momentos para la Iglesia católica irlandesa, el arzobispo de Dublín, monseñor Diarmuid Martin, está decidido a seguir la línea de "tolerancia cero" del Papa, y aparece como el único capaz de reconstruir la imagen de la Iglesia.
Elisabetta Piqué
Corresponsal en Italia
Diario La Nación
Benedicto XVI habló de "crímenes odiosos" y prometió que todos los responsables pagarán. Además, en un gesto más que infrecuente que habla a las claras de una situación dramática, anunció que escribirá una carta a los católicos irlandeses, un acto también inusual. Lo hizo después de reunirse a puertas cerradas durante una hora y media con miembros de la Curia, de la Secretaría de Estado y los dos líderes principales de la Iglesia irlandesa, que viajaron al Vaticano para hablar sobre estos "traumáticos eventos", tal como definió un posterior comunicado de la Santa Sede.
El Papa maifestó haberse sentido "profundamente perturbado y angustiado" por el contenido del denominado "Murphy Report". Se trata de un informe de 720 páginas realizado por la jueza Yvonne Murphy sobre el abuso sexual de 320 niños de parte de 46 curas en la arquidiócesis de Dublín entre 1975 y 2004. El informe acusó a la Iglesia local de haber encubierto estos casos para proteger su reputación, sin pensar en el bienestar de los niños. Los sacerdotes pedófilos, de hecho, eran transferidos de una parroquia a otra, por lo que quedaban libres de repetir sus actos con nuevas víctimas.
El informe Murphy fue publicado después del "Ryan Report" (por el juez Sean Ryan), que en mayo pasado reveló que en colegios e institutos católicos de Irlanda, entre 1930 y 1980, al menos 2500 niños sufrieron actos de violencia "endémicos", con todo tipo de abusos, incluso sexuales.
Benedicto XVI, que siguiendo a Juan Pablo II puso en marcha una política de "tolerancia cero" contra los sacerdotes involucrados en este tipo de escándalos, condenó con fuerza "las acciones de algunos miembros del clero que han traicionado sus solemnes promesas a Dios, así como la confianza puesta en ellos por las víctimas y su familia, y por la sociedad". Aseguró, además, que la Iglesia seguirá esta "grave" cuestión con máxima atención para entender mejor "cómo estos eventos vergonzosos pudieron suceder y cómo poner en marcha las mejores estrategias para prevenir cualquier reincidencia".
Cuando viajó a Estados Unidos y a Australia, Benedicto XVI habló en términos similares para referirse a los escándalos que involucraron a sacerdotes católicos, y se reunió con víctimas.
Sin embargo, el dolor de cabeza irlandés aún no ha terminado. Según fuentes informadas, próximamente saldrá a la luz un nuevo informe sobre abusos de niños por parte de sacerdotes en la diócesis de Cloyne, en el sur del país, que hasta hace poco estuvo a cargo del obispo John Magee, uno de los secretarios privados de tres papas: Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II. El Vaticano intervino la diócesis de Cloyne en marzo último.
En uno de los peores momentos para la Iglesia católica irlandesa, el arzobispo de Dublín, monseñor Diarmuid Martin, está decidido a seguir la línea de "tolerancia cero" del Papa, y aparece como el único capaz de reconstruir la imagen de la Iglesia.
Elisabetta Piqué
Corresponsal en Italia
Diario La Nación
La tolerancia no es absoluta. No estamos obligados a tolerar lo intolerable.
El Santo Padre nos está enseñando el camino. Estemos atentos, denunciemos y hagamos valer los derechos de los mas débiles, de los que no pueden defenderse ante la autoridad y temor reverencial de educadores y pastores perversos.
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